lunes, 21 de febrero de 2011

7:45

Este domingo, en vez de mi  recorrido habitual  de media mañana por el meandro de Ranillas, me había propuesto madrugar y presentarme a las 7:45 junto a la pasarela del voluntariado para unirme al grupo 7:45. Este es un grupo de corredor@s que desde hace unos años tiene la sana costumbre de salir a entrenar sábados, domingos y fiestas de guardar a esa hora y desde ese mismo lugar. Así que he salido de casa a las 7:30 y me he acercado trotando al lugar de encuentro. El termómetro marcaba 4º y corría un cierzo ligero, pero el cielo totalmente despejado auguraba una mañana agradable. A las 7:42 he pasado por el sitio señalado. No había nadie. Sin inmutarme he seguido hacia el parque contiguo para hacer tiempo. Allí me he cruzado con un corredor bastante abrigado con el que he intercambiado un saludo. A los pocos metros he dado la vuelta, y he regresado al punto de reunión a la hora exacta. En 3 minutos se habían congregado una docena y pico de corredores a los que me he presentado. Me han acogido estupendamente, como hará unos seis meses, cuando hice mi primera y única salida con este grupo. Alguno incluso se acordaba de mi. Entre ellos había esta vez solo una chica, muy maja por cierto. Solo con el par de besos que me ha encajado a modo de salutación ya he amortizado con creces la inversión realizada con el madrugón. A partir de ahí ya todo beneficios.
¿Que más se puede pedir?


Tras dos o tres minutos de cortesía, durante los cuales me he enterado de los distintos itinerarios previstos, hemos iniciado el trote hacia los galachos de Juslibol. Yo me he acoplado a la vuelta "corta" (14 km ha marcado al final mi nokia). Otros grupetos se han marchado por delante con intención de hacer las vueltas media y larga. No tengo ni idea de los km que habrán hecho. Ya me enteraré algún día.

Cuando llevábamos 4 o 5 km un par de compañeros se han dado la vuelta porque tenían molestias y  me he quedado con Antonio y Pedro, un par de colegas con los que me he sentido la mar de a gusto. Por el camino, entre otros temas, hemos hablado sobre la carrera del Ebro, que se celebra el 4 de Abril, en parte por el mismo terreno que pisábamos y me han aclarado bastante mis dudas. Además me han llevado hasta una subida de 1 km con un 10% aprox. de desnivel. Me han dicho que era peor que las que me encontraría en la susodicha carrera del Ebro. He subido bastante bien así que, decidido. Me apuntaré.

A parte de todo las vistas desde los riscos de Juslibol son impresionantes como podréis ver:


Pedro y Antonio, del grupo 7:45 en los riscos de Juslibol. Al fondo la llanura del Ebro



Antonio y yo en actitud victoriosa.


En resumen, una salida supergratificante y mucho mas entretenida de lo habitual gracias a estos simpáticos chavales y chavalas del grupo 7:45. Intentaré ir con ellos siempre que pueda. Al final,  aún pude tomarme un café rápido en el sitio que acostumbran al acabar sus sesiones. Eran las 9:45. Justo cuando recibí una llamada de casa recordandome que hacía media hora que  estaban esperando los churros que les había prometido. Así que me fui corriendo (el atuendo acompañaba, la verdad) hasta la churrería y me hice con docena y media de churros recién hechos. El churrero aún me puso tres o cuatro de propina para acabar la bandeja. Mientras corría a casa me acordé de una aécdota que contaba el Sr Ornitorrinco sobre un tío que le adelantó en una maratón mientras se comía un chocolate con churros. Yo intenté comerme uno y casi me atraganto, aunque ya en casa, con el chocolate caliente, el desayuno en familia fue todo un lujo.
Para colofón mi mujer preparó ese día una de sus espectaculares paellas.
¿Que mas se puede pedir?

martes, 15 de febrero de 2011

The English race ( O "En busca del elixir de la juventud")

Correr es duro, pero....... estudiar inglés ya cumplidos los cuarenta y muchos..... también tiene su punto. ¿O no? 
El que lo ha probado sabe de lo que hablo.

Acabo de salir de un examen en la Escuela Oficial de Idiomas de Zaragoza (-1st Intermediate level- para los iniciados) y juro que tras dos horas y cuarto de concentración máxima he terminado mucho mas exausto que  después de una carrera de las de zapatillas. Eso sin contar los nervios que pasas los días anteriores, mucho peores desde luego que los que sentí ante cualquiera de las carreras en las que he participado. 

Pero no todo van a ser calamidades, claro. Cuando empiezas a ver los resultados, tanto en el inglés como en el correr, como en cualquier otra disciplina de fondo, (la vida en general, por ejemplo) te das cuenta de que todo ese gran esfuerzo  merece la pena. Y así es como un día, el Gran Día, así de repente y casi sin darse uno cuenta, todo parece encajar y lo que en un principio parecía un trabajo insufrible  cobra sentido y cada gota de sudor se transmuta en un mágico y delicioso elixir  al que acabas haciéndote irremisiblemente adicto. 

Como habréis supuesto este elixir no es otro que el famoso Elixir de la Juventud, buscado sin descanso durante siglos por alquimistas, reyes, reinas, locos, visionarios, fabricantes de bebidas, (ya quisieran obtener algo así los de Red Bull), timadores, magos, malvadas brujas, curanderos, poderosas farmacéuticas, organizaciones secretas, etc, etc.

Pobres diablos. La ansiada fórmula mágica estaba en el único sitio donde no se les había ocurrido buscar. Dentro de sí mismos.
El que lo ha probado sabe de lo que hablo.


Nota:

Esta entrada, como casi todas las de este blog, está basada en hechos reales pero es, como podréis suponer,  una mera simplificación y/o dramatización de la realidad que se cobija bajo esta  especie de nebulosa literario-popular  (entiéndase "popular" en la misma acepción que tiene en "corredores populares") de la que se nutre en su mayor parte  la llamada blogosfera. En mi caso, este es un asunto, al que dedico algún rato, por diversión y por compartir experiencias.


martes, 1 de febrero de 2011

Crónica de la carrera del Roscón

El sábado participé en mi cuarta carrera desde que me eché a correr hace cosa de año y medio: La anunciada II Carrera Popular “10K del Roscón”, que se celebra el día de San Valero, patrón de Zaragoza.

Me levanté a eso de las 7 de la mañana y me desayuné un  tazón de leche con colacao y cereales. De cereales, repetí un par de veces.  Faltaban todavía 4 horas para la salida, ubicada a  un par de km de mi casa como mucho. No debí haber madrugado tanto. 
Me asomé a la ventana y vi que el suelo estaba mojado. No hacía nada de cierzo, pero la mañana era fría y gris. Enseguida, cual adolescente ante su primera cita, me asaltó una terrible duda: ¿que me pongo? Claro que no se trataba de impresionar a nadie con mi atuendo, sino de decidir con qué me encontraría más cómodo sin pasar frío ni sentirme agobiado. Además con la complicación añadida del dorsal, que me impediría quitarme la chaquetilla, si me la ponía, en caso de que me entraran sofocos en mitad de la carrera. También me daba pena agujerear con los imperdibles mi cortavientos fosforito (14€ en el Decathlon). ¿Y si perdía sus cualidades térmicas o hidrófugas? Este tipo de cuestiones aparentemente triviales me suelen atormentar bastante, y al final casi siempre acabo con la sensación de haberme equivocado. Total que me puse una camiseta térmica  de manga larga y la consabida chaquetilla fosforita. A parte me puse unos guantes finos y, tras desechar ponerme de corto, mis mallas largas. Esas mismas que a mi mujer le provocaban  hace un año carcajadas y ahora , ya resignada, solo alguna  leve mueca de perplejidad.

Total que a las once menos veinte salí de casa y me fui casi hasta la linea de meta en bicicleta, haciendo uso del servicio bizi del ayuntamiento. 

Había bastante ambiente. Merodeando por entre la gente me encontré a Taboada, de Barbastro, y me dijo que había venido solo porque era el único que se había apuntado con tiempo (las 1000 inscripciones se agotaron hace días). Tras dejar en la consigna la mochila con el anorak y después de haber trotado unos minutos por allí, me encontré con J. Ignacio, de Zaragoza, con el que estuvimos hablando un poco sobre como colocarnos en la salida y demás. Saludé a Chema, con su globo de 45' y como ya quedaba poco me coloqué mas o menos en medio del mogollón entre los globos de 45' y 50' . J.Ignacio se quedó con el de 45', así que me quedé allí en medio y ¡Pum! comenzó la carrera.

De las 2000 fotos mas o menos que he visto por ahí, esta es la única en la que me he localizado. Soy el de cortavientos amarillo, camiseta azul y mallas negras a la derecha de la imagen.

Durante los primeros 5km me encontré bastante bien, aunque notaba que iba a un ritmo algo forzado, y veía que me iban adelantando bastantes corredores. Me había hecho una chuleta con los tiempos de paso por km con objetivos de 50' a 54' ya que pretendía mejorar mi marca en la carrera 10K de Zaragoza de junio de 2010, en la que hice un tiempo de 54'26''. Pero.. me la dejé en casa, y como no tengo Garmin de momento, tiré para delante con la única referencia de que iba por delante del globo de 50'. 

En el avituallamiento bebí un sorbo de agua y e intenté encestar la botella en un cubo pero fallé. Empezaba a notarme cansado y veía como el flujo de corredores adelantándome se hacía mas intenso por momentos. Aun así me animaba ver a J.Ignacio a unos 50m delante mío y estuve a punto de alcanzarle pero antes de entrar en la pasarela del voluntariado, en una zona de parque en la que el sendero hacía un giro de 90º, le ví hacer un recorte (de dudosa legalidad) por en  medio del césped,  y se me escapó el tío. Al poco me adelantó un nutrido grupo entre el que se encontraba el portador del globo de 50', ya sin globo a estas alturas, pero con el peto correspondiente. Esto, junto con el cansancio general, fruto, entre otras cosas, de un entrenamiento bastante cutre, hizo que fuera perdiendo alguna posición mas hasta que vi el cartel del último km. Ya con la linea de meta  a la vista me reanimé un poco y me di el capricho, un poco estúpido quizás, de esprintar en los últimos 100m y adelantar a un par de chavalas que me habían adelantado a su ritmo hacía unos minutos.

Como tampoco me esperaban ni familiares ni nadie conocido en la llegada no hice muchos aspavientos al cruzar la linea de meta,  pero me sentí bastante satisfecho al hacerlo, la verdad. En un par de minutos recuperé el aliento y tras quitarme el chip de las zapatillas recogí la bolsa con la ilusión de un colegial de visita en una fábrica de chuches.  Me bebí la cocacola y me junté con J. Ignacio que ya se estaba  apretando un chocolate con bizcochos. Me dijo que estaba  contento con su tiempo de 49'. Yo, que no había sido muy cuidadoso con mi cronómetro ni me había fijado en el panel de meta, le dije que creía que había hecho sobre 52', así que tras felicitarnos mutuamente me puse a la cola del chocolate y nos despedimos. Estuve dando unas vueltas por allí y al ver que no me había tocado ningún regalo (había jamones, zapatillas, en fin, un montón de cosas) me volví a mi casita con mi roscón, mi medalla y una sonrisa de satisfacción.

El roscón parece pequeño, pero es que la medalla era enorme. Creo que es la primera me dan en mi vida deportiva (incluyendo mi etapa escolar). Aunque sea de las de "solo por participar".



      En este breve cuadro se resume mi historial atlético completo. Me siento orgulloso de mi pequeña progresión. Para la próxima carrera  de 10k espero bajar de 50'.